Aunque el presidente Correa se aferre tozudamente a que en
el país no existe ninguna crisis, las últimas medidas nos conducen a pensar,
que al igual que en 1987, casi estamos en la bancarrota. El 5 de marzo de ese
año, hace como unos 30 años atrás, el norte ecuatoriano sufrió un terremoto de
similares característica al ocurrido el sábado pasado 16 de abril. Recuerdo en
aquella ocasión, aproximadamente a las nueve de la noche, habíamos con nuestra
familia terminado de cenar, cuando escuchamos un aullido generalizado de perros
y un extraño rugir de las entrañas de la tierra, enseguida vino ese
impresionante sismo que prácticamente nos dejó perplejos y paralizados; se fue
la luz eléctrica y nos quedamos a la luz tenue de algunas velas; esperamos un
tiempo y al convencernos que todo se había calmado, fuimos a descansar pero con
temor, cuando a las once de la noche aproximadamente, un terremoto de 6,9 de
magnitud, nos sorprendió en pleno sueño, ante el cual salimos despavoridos de
nuestras viviendas.
El epicentro que había sido cercano al volcán Reventador,
afectó ciudades como Baeza, Ibarra, Otavalo y Cayambe; el país como ahora, no
estaba bien preparado para un flagelo como este, donde perdieron la vida
alrededor de mil personas y se afectó el único oleoducto del país, en un tramo
de 70 km. Las coincidencias con el desastre actual son enormes, si bien durante
el año 1985 la economía creció, la caída del precio del barril a USD 12, había
puesto al gobierno en serios problemas fiscales que incluso había dejado de
pagar su deuda externa, no tenía acceso a financiamiento por estar en moratoria
y no tenía ahorros. Además ocurrió después de la visita de un Papa, en aquella
época Ecuador estaba gobernado por León Febres cordero, otro guayaquileño que
se creía ser dueño del país.
No hay comentarios:
Publicar un comentario