La película de ciencia ficción Elysium, del director Neill
Blomkamp, filmada básicamente en Canadá y México, es una crítica abierta a la
política migratoria de los países desarrollados y a las inequidades abismales
que arrastra la humanidad. La trama del filme detalla la deplorable situación social
y ecológica del planeta Tierra en el año 2154, donde los ricos y poderosos
viven en una estación espacial en forma de toroide llamada Elysium, una enorme
estructura circular que con sus mansiones y canchas de golf, orbita nuestro
planeta. Los pobres no pueden llegar a aquel lugar y disponer de la más alta
tecnología, para de un clic remediar sus enfermedades. Los intentos de una
resistencia terrícola valiente, por llevar refugiados enfermos a Elysium,
recuerda mucho a los balseros cubanos en su camino a Estados Unidos, o a los
miles de refugiados del Oriente Medio, que por huir de la guerra intentan
llegar a una Europa que cierra sus puertas ante sus narices.
Esta analogía es perfecta a lo que sucede por hoy en la
campaña política hacia la Casa Blanca. Las intenciones del candidato
republicano Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos, de construir
un muro en toda la frontera mexicana y hacer pagar a México de su costo, es en
gran medida una desfachatez, donde la realidad supera a la ficción. Este señor
debería recordar que su caucásico linaje, en su época también debe haber sido, un
temeroso inmigrante. Los mexicanos, a los que Estados Unidos les arrebató casi
la mitad de su territorio a mediados del siglo XIX, tendrían más derechos que
él, de poder regresar a sus antiguas posesiones.
Si las injusticias y las inequidades se acentúan más entre
los países del orbe, no habrá fronteras ni murallas, ni Elysium que resistan el
clamor y la furia de un pueblo marginado. Ya es hora de que los líderes
mundiales encuentren una fórmula adecuada, para establecer un orden mundial más
equitativo y pacífico.
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