Los postulados y el discurso de la izquierda se resumen en
la lucha contra la opresión y la redención de los oprimidos. La izquierda es
heroica y altiva, mientras se remita al fogoso discurso de masas, a las
trincheras urbanas de la lucha social, al relleno ideológico de sindicatos y
campesinos, a la pluma de aclamados intelectuales. Se ha descubierto y se ha
comprobado, de que la izquierda no es compatible con el poder. Cómo entender
una izquierda que maquina una serie de artilugios para desprestigiar, dividir y
acabar con los sindicatos de trabajadores, de campesinos, de organizaciones
indígenas. ¿Cómo entender una izquierda que trata de despedazar a las entidades
llamadas a prevalecer, la vigencia de los Derechos Humanos? ¿Cómo comprender una izquierda de sueldos
exorbitantes, de autos importados de lujo, de vajillas doradas, de amplios
pasillos de mansiones, de ropa fina de marcas americanas? ¿Cómo poder concebir
una izquierda que pretende instaurar el corporativismo en el poder político,
para implantar dogmas que nadie sabe a ciencia cierta, cuándo o cómo fueron
reveladas a sus ungidos? Una izquierda que construye su propio Olimpo en las
nubes, para desde ahí poder gobernar a sus anchas.
En el momento en que
la izquierda capta el poder político, muere; o así lo sugieren, las múltiples
experiencias alrededor del mundo y las muy cercanas que empiezan a colapsar en
medio de la podredumbre que significa la corrupción. ¿Será mentira la lista de
los nuevos ricos de nuestro país? ¿Será un invento los millones y millones de
la expresidenta de Argentina, o de la parentela del fallecido líder venezolano?
¿Será un gigantesco circo tramado por algún bufón, que se las funge de juez en
el gran Brasil?
El mítico Che Guevara, fue el primero en darse cuenta de
esto, por eso prefirió escaparse de Cuba, para empuñar su fusil en la espesa
selva centroafricana. Quizá la derecha con su pragmatismo egoísta, sea más
honesta y sincera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario