Una señora de la tercera edad de algún país del “primer
mundo”, había presenciado una escena sospechosa, algo inhabitual para ella:
varios tipos extraños de piel cobriza, se desembarcaban de una furgoneta obscura,
con varios estuches y maletas a la mano. Ella pensó en alguna banda de
terroristas o delincuentes, quizá en alguna escena, de una de esas películas taquilleras
de Hollywood, y no dudó en llamar a la policía. La respuesta fue inmediata, en
unos pocos minutos llegaron al vecindario, una cantidad impresionante de
patrulleros y efectivos, para cercarlos y someterlos de inmediato. Luego del
chequeo y las averiguaciones del caso, obviamente también del tremendo susto
que produjo este operativo, se aclararon las cosas; la escena correspondía a un
grupo de músicos otavaleños, que regresaba a su morada después de un arduo
trabajo diario, desde el centro de alguna metrópoli.
Esta historia es real y anecdótica, viene al caso para
ilustrar la efectividad de las fuerzas de seguridad en algunos países llamados
desarrollados. Sin querer echar flores al “imperio”, las veces que visité los
Estado Unidos, por ejemplo, pude comprobar que es un país extremadamente
enorme, con un sistema estructural interno, que realmente sí funciona, quizá no
en un 100%, pero funciona. Por algo nuestros países llamados del “tercer
mundo”, tienen a estos países del norte como un modelo a seguir en muchos
aspectos, especialmente en efectividad y tecnología.
Ecuador en este aspecto ha dado un salto cuantitativo, con
la renovación de la Policía Nacional y la implementación de equipos e
infraestructura. Con el servicio integrado de seguridad ECU 911 en
funcionamiento, podemos distinguir claramente que la modernidad en este aspecto,
ha llegado. Los grandes cambios denotan tiempo, creo que vamos por el camino
correcto, hacia ese salto cualitativo, donde la respuesta de nuestros efectivos
de investigación y seguridad puestas al servicio de la ciudadanía, sea
profesional, efectiva e inmediata.
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