miércoles, 15 de octubre de 2014

Cirugía constitucional

Las leyes se deben elaborar con inteligencia y sabiduría, para que su vigencia dure mucho tiempo; más aún la Constitución, que es la ley suprema de una nación, debe ser de vigencia casi perpetua. Esa fue la razón, para que los promotores de la Constitución de 2008, proclamen sin temor alguno que duraría unos trescientos años. Obviamente que una carta magna puede tener imprecisiones, pero estos deben ser evacuados con el tiempo y con la mesura de un cirujano, siguiendo todos los procedimientos legales y éticos, que como texto político sagrado lo demanda.

A lo largo de la historia en nuestro país, la Constitución ecuatoriana, se ha editado en unas 20 ocasiones, muchas veces, respondiendo a los intereses de personajes y grupos de poder, que se han turnado en el gobierno. Con la última constituyente se esperaba que esta realidad histórica cambie, pero lamentablemente podemos constatar que esto no va a suceder, pues desde el ejecutivo se ha ordenado la reforma de una serie de ítems, vía trámite parlamentario, que de alguna forma deslegitimaría la Constitución vigente, que aprobamos con una amplia mayoría en las urnas, los ecuatorianos.

Manipular las leyes y al electorado para lograr un éxito político, no es bajo ningún modo algo ético; más aún si se quiere alterar una Constitución de manera estructural. No se puede atribuir al electorado ecuatoriano, una ingenuidad infantil, como para ocultar que en el tema de las reformas, el punto fundamental para el oficialismo, es el tema de la reelección indefinida para todas las funciones públicas del Estado. El oficialismo puede argumentar cualquier disparate jurídico para hacerlo vía Asamblea Nacional, que sabemos es sumisa al poder central; pero nuestro sentido común, nuestra visión de justicia, nos dice que temas tan delicados, que son de un impacto político y social tan profundos como estos, deben sujetarse a un análisis y debate nacional sin prejuicio alguno, previo sometimiento a un referéndum vinculante, de irrenunciable transparencia certificada. Si no, sencillamente estaríamos cayendo en una dictadura solapada.

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