domingo, 15 de junio de 2014

Neptuno y Machángara

La conquista española significó para los pueblos originarios de América, muerte, destrucción y la aniquilación cultural. La religiosidad nativa fue remplazada a sangre y fuego, por el credo católico. Las wakas –sitios sagrados- más significativas de esos pueblos subyugados, fueron tomados a cruz y espada, para ser transformados  en santuarios de extraños seres blancos, que aparecieron de un momento a otro, como dueños y divinidades de la nueva religiosidad, a la que los estudiosos sociales le llamaron sincretismo religioso; una especie de mezcla religiosa que reconfiguró un catolicismo diferente a la practicada en Europa. 

Así se explica la cantidad de vírgenes -imágenes de la virgen María- que aparecieron en la América pos colombina; como por ejemplo la virgen del Quinche, la virgen del Cisne, la Churona, la virgen de Las Lajas, la virgen de Guadalupe, entre tantas otras. Imágenes que cuentan un aparecimiento mítico y misterioso, por lo general en sitios que antiguamente eran una waka. Cuando estas imágenes anualmente, convocan a miles y miles de feligreses “católicos”, lo que en realidad sucede es una expresión clara y auténtica de la religiosidad propia de los pueblos autóctonos que creen en las divinidades de la naturaleza, de la pachamama, de la paridad y la complementariedad.

En Otavalo, dentro de la urbe, pasó desapercibido, olvidado y encadenado, uno de los sitios de ritualidad más importantes de la zona, como es el socavón del Machángara, donde también existe una imagen de la virgen María. Antropólogos y expertos en el tema, podrían disertar horas y horas, sobre el simbolismo y la importancia que tiene este sitio, en la espiritualidad y el culto astronómico. Paradójicamente junto a este sitio sagrado, descuidado; se encuentran las piscinas del Neptuno -un nombre extraño-, en la que el municipio invirtió mucho dinero en restaurarla. Ante el olvido y hundimiento del Machángara, restauraron a Neptuno –el dios romano del agua-. Estas son las incongruencias culturales, que destapa la coronilla de nuestras autoridades.

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