viernes, 22 de noviembre de 2013

Monstruosidades

Hace ya más de cuatro meses que aconteció en Otavalo, una monstruosa noticia. Una mujer kichwa fue agredida salvajemente por su pareja, con un pico de botella, con el cual le propinó cortes muy graves en los ojos y estos le ocasionaron la pérdida total de la vista. Increíble constatar tanta irracionalidad sostenida por el alcohol y los celos, a la vuelta de nuestras casas, y más aún parte nuestros corazones, saber que sus hijos pequeños presenciaron este macabro hecho. En este caso no sé que sería lo justo a la hora de juzgar al infeliz que la agredió. Se podría equiparar a un asesinato, o más que eso, pues el muerto descansaría en paz; pero pensemos en la pobre señora que tiene que vivir toda su vida en la oscuridad y encima velar por sus hijos. Terrible dilema para los jueces.


Por estos días, otra noticia horripilante sacude una vez más la conciencia ciudadana del norte ecuatoriano. Cerca de Otavalo otra mujer kichwa, docente, fue atacada salvajemente y violada por tres descerebrados que ventajosamente han sido detenidos. En los dos casos se genera un terrible dolor en sus familiares, que difícilmente podrán recuperarse del shock psicológico al que han sido expuestos. Todos nos preguntamos ¿qué nos está pasando? ¿Dónde están los valores como el respeto al prójimo, que nos inculcaron nuestros padres y nuestros guías espirituales? No cabe duda que la crisis generada en la familia, la escuela y la sociedad, son los responsables de esta degeneración social. En tal virtud podemos señalar que nosotros como padres, maestros y gobernantes; más que asumir una mea culpa, debemos obligarnos a reflexionar en la remediación de una sociedad que va en retroceso, en cuanto a los valores humanos que nos diferencian de las bestias. Y la remediación puede estar en el ejemplo, en el respeto a la humanidad, a la persona, a sus diferencias, a sus preferencias. Cuando se pierde el respeto que todas y todos nos merecemos, la bestialidad oculta en lo humano puede salir de parte a parte. Un mensaje para padres, maestros y gobernantes.

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