“Espero que mañana a las seis de la tarde me informará que
ha vuelto la tranquilidad a Guayaquil, cueste lo que cueste, para lo cual usted
queda autorizado” Estos fueron los términos del telegrama con las que el
Presidente de la República José Luis Tamayo, ordenó al Comandante de la Zona de
Guayaquil, aplacar la huelga general de los trabajadores producida a mediados
del mes de noviembre de 1922. En esa época la economía mundial entró en una
etapa muy difícil a causa de la I Guerra Mundial, y nuestro país no quedó al
margen de tales efectos.
Una serie de movimientos obreros y de trabajadores se habían
sumado a las protestas, como los ferroviarios, trabajadores de los carros
urbanos, los de la empresa eléctrica, cacahueteros, carpinteros, panaderos,
albañiles, peluqueros, lavanderos; todos ellos se unieron a la marcha del 14 de
noviembre, donde se estima que desfilaron alrededor de unas treinta mil
personas hacia la gobernación, para entregar un manifiesto en la que reclamaban
la rectificación de las medidas económicas del gobierno, el cumplimiento de las
8 horas de trabajo, mejora salarial,
libertad de los líderes detenidos, entre otras demandas.
El 15 de noviembre de 1922, fecha memorable para todos los
ecuatorianos y ecuatorianas, en especial para la clase obrera y trabajadora; se
produjo una de las matanzas más infames que se haya acontecido en contra de la
población civil de nuestro país. Los militares apostados en calles, portales y
casas guayaquileñas, disparaban sin cesar a la multitud. Según estimaciones
unas mil quinientas personas fueron asesinadas, sus cuerpos fueron a parar en
fosas comunes o al torrente del Río Guayas. El Estado ecuatoriano nunca
reconoció este crimen y los responsables de la masacre nunca fueron
sancionados, quedando así en la más absoluta impunidad. Es justo y se debe
notar también que dentro de los manifestantes había como siempre infiltrados
anarquistas violentos, que alimentaron de alguna forma la consumación de este
penoso suceso histórico. Paz en la tumba de los caídos en la lucha social.
No hay comentarios:
Publicar un comentario