viernes, 15 de febrero de 2013

Violencia y democracia

El compromiso con las libertades y la democracia, debe primar sobre cualquiera de las intenciones que tenga un gobernante. Paralelamente el fortalecimiento de las políticas públicas destinadas a los sectores sociales más vulnerables del país, debe ser irrenunciable. En términos más sencillos, nadie puede ser sojuzgado ni en su integridad física ni espiritual, y tampoco nadie debe padecer de hambre o desnutrición. Es la mínima exigencia que haría cualquier ciudadano o ciudadana de cualquier país del mundo. La contravención a estas mínimas exigencias, de hecho generaría conflictos y hasta violencia de grueso calibre.

El 6,2 % de nuestros niños padecen de desnutrición, en Chile solo  el 0,5%, para hacer una comparación. A nivel regional nuestro país ocupa el primer lugar en desnutrición infantil según la organización Mundial de la Salud. Por otro lado se evidencia que la violencia verbal genera violencia física. Un país violento y corrupto es un país inseguro. El cumplimiento de la ley y la buena postura deben ser ejemplificadas desde arriba, desde los estamentos más altos del poder; si esto no sucede, no nos debería sorprender que los índices de criminalidad hayan crecido considerablemente en los últimos años.

Ecuador ya no es aquella “isla de paz”. Al igual que en otros países latinoamericanos se hace difícil encontrar aquella fórmula eficaz que ponga un freno a la criminalidad, que incluso pone en serios riesgos la misma existencia del Estado, como en el caso mejicano. La seguridad física y la seguridad jurídica, deberían ser sacralizadas como una norma básica para alcanzar cualquier tipo de desarrollo.

Es sobre esta amplia base: democracia que implique respeto, la asistencia social, y la seguridad física como jurídica, donde se debe aplicar el cultivo de un buen sistema educativo e investigativo; como también el respeto y el impulso a las iniciativas emprendedoras asociativas y privadas, que complementarían la construcción de un Ecuador próspero y pacífico. Por el bien de todos, deseamos éxitos al futuro gobernante de nuestro país.

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