También debo
confesar que antes de que el Gobierno Nacional anunciara el paquete de medidas
económicas, y nadie hablaba de un levantamiento indígena, me sentía escéptico
de que algo grave podría acontecer en los próximos días. Sin embargo, noté que
ciertos correístas reconocidos ya hablaban y publicaban en las redes sociales,
de que algo grande estaba por ocurrir. Qué significa esto, que estos grupos ya
estaban bien informados y preparados con antelación, para lo que se venía una
vez dada las medidas económicas.
Debo reconocer
también que este levantamiento indígena de octubre de 2019, es uno de los
mayores que se ha producido en la historia de nuestro país, no gracias a una
real capacidad de convocatoria de parte de la CONAIE, recordemos que el
movimiento indígena y otros actores organizacionales del país, quedaron
fraccionados y debilitados desde el correísmo. Entonces cómo explicar semejante
respuesta de las bases: uno, las bases correístas cercanas al movimiento
indígena ya venían trabajando en ello, quién sabe con qué intereses y posiblemente con financiamiento externo tal como se especula; dos, desde la criminalización de la protesta social, la
develación de la corrupción correísta y la traición de Moreno al “proyecto” de
la Revolución Ciudadana, existía algo como una furia contenida por años, que
necesitaba una válvula de escape, y el paro de octubre fue la ocasión precisa.
Tres, ante los brotes de violencia de elementos infiltrados y la respuesta
brutal de los órganos de represión como la Policía Nacional y las Fuerzas
Armadas, más allá del reclamo por el aumento del precio de la gasolina por la
eliminación del subsidio, se configuró una lucha por la etnicidad, de la dignidad
étnica runa, socavada siempre por el Estado Nacional y la sociedad ecuatoriana
en general, que no ha sido capaz de dar solución, a los múltiples problemas del
sector, como la extrema pobreza y la marginalidad.
Tengo una visión
clara de los subsidios, y esto es que, aunque el ideal sería que nadie lo
necesite, la realidad es diferente. Es necesario y obligatorio la asistencia
del estado ecuatoriano a los sectores más vulnerables y necesitados del país.
No podemos quedarnos tranquilos e impávidos frente a la desgracia de nuestros
hermanos, nunca debemos perder la humanidad de ser solidarios. Pero los subsidios
deben ser focalizados, tampoco está correcto de que se beneficien los ricos, o
los traficantes, o los insurgentes de países vecinos; se debe buscar los
mecanismos efectivos para que los recursos de todos los ecuatorianos no se
dilapiden, sino que sean bien direccionados.
Creo firmemente
en la protesta social y la resistencia, pero no en la violencia; en esto sí
recojo las palabras del expresidente Correa: “los violentos no pasarán”. Creo
en la protesta social con propuestas, pero no en la agresión a los compatriotas
que necesitan y quieren trabajar. Creo en la lucha pacífica con conciencia de
clase, no bajo la amenaza de una multa de 20 dólares o la prohibición del agua.
Creo en una lucha honesta y desinteresada de sus líderes, no solamente como una
plataforma para sus intereses personales. Creo en un país libre, democrático,
que realmente nos represente a cada uno de nosotros, sin perjuicio de etnia, género,
condición social, credo político o religioso, creo en el “runa” o sea el ser
humano.