domingo, 13 de octubre de 2019

El paro de octubre

A medida que avanzaba el paro de transportistas y después el levantamiento indígena con el que empezaron los actos de violencia, la escasez de productos alimenticios y la presencia de manifestantes con maderos afilados en la ciudad, debo confesar que me sentí como aquel sobreviviente protagónico de la popular serie de Netflix, “The Walking Dead”, trama televisivo que retrata el dramático caso de cómo un padre de familia que es policía al mismo tiempo, tiene que luchar para sobrevivir ante el colapso de la civilización global, consecuente de un apocalipsis zombi.

También debo confesar que antes de que el Gobierno Nacional anunciara el paquete de medidas económicas, y nadie hablaba de un levantamiento indígena, me sentía escéptico de que algo grave podría acontecer en los próximos días. Sin embargo, noté que ciertos correístas reconocidos ya hablaban y publicaban en las redes sociales, de que algo grande estaba por ocurrir. Qué significa esto, que estos grupos ya estaban bien informados y preparados con antelación, para lo que se venía una vez dada las medidas económicas.

Debo reconocer también que este levantamiento indígena de octubre de 2019, es uno de los mayores que se ha producido en la historia de nuestro país, no gracias a una real capacidad de convocatoria de parte de la CONAIE, recordemos que el movimiento indígena y otros actores organizacionales del país, quedaron fraccionados y debilitados desde el correísmo. Entonces cómo explicar semejante respuesta de las bases: uno, las bases correístas cercanas al movimiento indígena ya venían trabajando en ello, quién sabe con qué intereses y posiblemente con financiamiento externo tal como se especula; dos, desde la criminalización de la protesta social, la develación de la corrupción correísta y la traición de Moreno al “proyecto” de la Revolución Ciudadana, existía algo como una furia contenida por años, que necesitaba una válvula de escape, y el paro de octubre fue la ocasión precisa. Tres, ante los brotes de violencia de elementos infiltrados y la respuesta brutal de los órganos de represión como la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas, más allá del reclamo por el aumento del precio de la gasolina por la eliminación del subsidio, se configuró una lucha por la etnicidad, de la dignidad étnica runa, socavada siempre por el Estado Nacional y la sociedad ecuatoriana en general, que no ha sido capaz de dar solución, a los múltiples problemas del sector, como la extrema pobreza y la marginalidad.

Tengo una visión clara de los subsidios, y esto es que, aunque el ideal sería que nadie lo necesite, la realidad es diferente. Es necesario y obligatorio la asistencia del estado ecuatoriano a los sectores más vulnerables y necesitados del país. No podemos quedarnos tranquilos e impávidos frente a la desgracia de nuestros hermanos, nunca debemos perder la humanidad de ser solidarios. Pero los subsidios deben ser focalizados, tampoco está correcto de que se beneficien los ricos, o los traficantes, o los insurgentes de países vecinos; se debe buscar los mecanismos efectivos para que los recursos de todos los ecuatorianos no se dilapiden, sino que sean bien direccionados.

Creo firmemente en la protesta social y la resistencia, pero no en la violencia; en esto sí recojo las palabras del expresidente Correa: “los violentos no pasarán”. Creo en la protesta social con propuestas, pero no en la agresión a los compatriotas que necesitan y quieren trabajar. Creo en la lucha pacífica con conciencia de clase, no bajo la amenaza de una multa de 20 dólares o la prohibición del agua. Creo en una lucha honesta y desinteresada de sus líderes, no solamente como una plataforma para sus intereses personales. Creo en un país libre, democrático, que realmente nos represente a cada uno de nosotros, sin perjuicio de etnia, género, condición social, credo político o religioso, creo en el “runa” o sea el ser humano.

jueves, 16 de mayo de 2019

Mujer kichwa



Mujer trabajadora
mujer de mil batallas
mujer de manos laboriosas
mujer y madre abnegada
mi homenaje en el mes de las madres

jueves, 28 de marzo de 2019

Cuando nos bañábamos en los ríos


Hace medio siglo, las comunidades kichwas no conocían el agua entubada, peor aún agua potable. Seguramente quienes somos sus descendientes también seamos los sobrevivientes de esas generaciones de kichwas, que desde la colonia, fueron condenadas al ostracismo en su propia tierra, sin las condiciones adecuadas para poder desarrollarse como un pueblo digno, a pesar de haber sido vencido.

Recuerdo cuando era muy pequeño, todavía la gente de las comunidades orientales de Otavalo, sobrevivían alrededor del río Hatun Yaku y sus acequias. Era costumbre en aquella época, que muy de mañana, para las labores domésticas y preparación de alimentos, las mujeres se dirigían a estas fuentes naturales a recoger agua en sus "pondos" o cántaros que lo cargaban a sus espaldas y tapaban el orificio con hojas verdes de maíz. Todos acudían a estos lugares para bañarse, lavar sus ropajes, lavar lana de oveja y saciar la sed de sus animales. Bebíamos de esta agua sin ninguna preocupación, y antes no había la costumbre ni la facilidad de hervir el agua de consumo humano; en fin, así se ha sobrevivido en las comunidades kichwas de antaño. Recién a estas alturas del siglo XXI, las autoridades estatales se han preocupado en cubrir esta necesidad básica del agua en todos los sectores.

El agua es un recurso natural muy valioso por lo que es muy necesario proteger sus fuentes, reforestar los páramos para garantizar de alguna forma que el ciclo natural de vida de la Yakumama siga su curso, y que en el futuro no se cumplan las predicciones trágicas de que la gente y las naciones se enfrentarían  por este líquido de vida.

viernes, 13 de abril de 2018

En los zapatos de otro


Para de alguna forma poder comprender la desgracia ajena, hay que ponerse como se dice popularmente, “en los zapatos” de aquella persona. El secuestro a las tres personas del diario El Comercio que desempeñaban labores periodísticas en la zona de Mataje, Esmeraldas, presumiblemente por grupos armados, ha conmocionado al país entero. Suponiendo que uno de ellos fuera, alguien de nuestra familia; un padre, un hermano, o lo que sea; nos hace estremecer lo más profundo. Saber que la vida de cada uno de ellos pende de un hilo y no poder hacer prácticamente nada, derrumbaría a cualquiera por más fuerte que sea. En medio de un amargo estupor, creo que todos los ecuatorianos, hombres y mujeres, nos solidarizamos sinceramente con los familiares de estas personas, y esperamos a la brevedad un desenlace positivo.

Las famosas guerrillas izquierdistas de los años 70 del siglo pasado, que enarbolaron en su momento la bandera de la lucha contra la injusticia y la opresión, a estas alturas del siglo XXI, no son más que grupos delincuenciales entregados al narcotráfico y al crimen organizado, más aún los grupos disidentes de Colombia. Apoyar o ver de buen ojo a estos grupos irregulares por hoy, colinda con una demencial brutalidad. La hermana república del norte, ha tenido que soportar más de medio siglo de violencia organizada, sin poder pacificar en su totalidad su territorio. Ahora el cáncer de este flagelo, pretende permear la frontera norte de nuestro país, amenazando seriamente nuestra aceptable convivencia pacífica.

Los conflictos armados se bestializan, a medida que afectan a gente inocente, y este es el caso de nuestros compatriotas y de muchísimos otros alrededor del mundo, donde no cabe ni el perdón ni el olvido. El Presidente ecuatoriano, debe manejar con mucha sabiduría una situación tan delicada como esta, y todos nos sumamos al deseo de que Javier, Paúl y Efraín, regresen sanos y salvos a sus hogares lo más pronto posible.

Curaciones tradicionales

Más que todo en la vivencia de los pueblos originarios, se sigue hablando de la medicina tradicional, como una práctica, que de alguna forma sigue vigente, a pesar del avance de la medicina científica occidental. La práctica de la medicina tradicional está incluso reconocida dentro de la Constitución del Ecuador y se promueve su revitalización, como una alternativa curativa basada en conocimientos ancestrales. Antiguamente, cuando la medicina occidental no estaba tan avanzada y el acceso a un médico calificado era difícil y costoso, los métodos curativos con plantas medicinales, no solo estaba reservado a la población indígena, sino a la población en general.

Las plantas más utilizadas eran el floripondio, guanto o chamico, la ayahuasca, el jaborandi, la granada y la granadilla; el paico y el perejil como desparasitante, la retama para controlar las hemorragias, la sábila para curar numerosas enfermedades; la calahuala, el caballo chupa y la chuquiragua, para el hígado y riñones; la canela, el ishpingo, la guayusa, para combatir dolores estomacales. Las hojas de capulí para la artritis, dolores de cabeza y el cuello; el chulco para las verrugas; las hojas de tabaco con sebo para traumatismos; la verbena para combatir la fiebre; el frailejón como tonificante; la hierbabuena, la manzanilla y el orégano para los dolores estomacales; la zarzamora para combatir el cólera; las hojas de guayaba para la diarrea; el anís para los dolores estomacales; para la gripe infusión de hojas de eucalipto tierno, endulzado con panela; el sauco como antinflamatorio; la ortiga para depurar la sangre y mejorar la digestión.

Los “yachak”, ancianos especializados en curaciones, tienen grandes conocimientos sobre las plantas medicinales de todas las regiones geográficas del país, tomando en cuenta que el Ecuador alberga en su entorno natural, una variedad muy extensa de tipos y variedades. Además de los tratamientos al cuerpo físico con plantas, está el tratamiento a las dolencias, a la alteración del equilibrio corporal y espiritual, mediante rituales místicos.

Acontecimientos agrícolas


Aunque en la actualidad muchas de las familias de las comunidades más próximas a la ciudad de Otavalo, se dedican al comercio y a la elaboración de la artesanía, antiguamente la agricultura también era una actividad muy importante, más aún si un patriarca de un ayllu tenía un buen lote de tierras cultivables. Recuerdo de pequeño haber tenido la suerte de haber participado en este tipo acontecimiento; porque en verdad era todo un acontecimiento familiar. Haciendo un paréntesis al tema, hay que hacer notar que se suele traducir la palabra kichwa “ayllu”, como familia. Pero en realidad el significado varía un poco. En el concepto occidental, por lo general la familia está compuesto por el padre, la madre y sus hijos. En la cultura andina o kichwa, el ayllu no solo está compuesto por los padres y sus hijos, sino además por sus parientes más directos como padres, hermanos, nietos, hijos políticos, incluso primos.

Los acontecimientos agrícolas eran, donde todo el ayllu se reunía para participar en la minga familiar. La siembra, el aporque, la cosecha, la recogida y almacenamiento de las hojas secas de maíz, etc., constituían espacios para fortalecer el nexo del ayllu y para socializar. Recuerdo que nos reuníamos muy temprano previa convocatoria verbal, para comenzar con la jornada. La hora del almuerzo era el momento más divertido, porque a más de degustar la comida tradicional, como mote, papas, tostado, chicha de jora, sambo con leche, entre otros alimentos; se aprovechaba para conversar sobre diferentes acontecimientos y reír en familia. Fueron otros tiempos en que el esfuerzo físico en el trabajo no era subestimado como podría ocurrir ahora. En la actualidad las cosas han cambiado y mucha gente ha obviado la actividad agrícola que denote mucho esfuerzo físico. En algunas comunidades kichwas netamente agrícolas, este tipo de acontecimientos todavía persiste y es parte fundamental de la vida social de un ayllu, que sería la “familia extendida”.


jueves, 15 de marzo de 2018

Un “me encanta” para Oraibi


Lamentablemente en Otavalo no hemos logrado entender, la naturaleza de nuestra ciudad y la ruralidad. Esa es, una de las razones para que la actividad turística haya ido decayendo en las últimas décadas. Por ejemplo, no terminamos de entender cuál es el afán de construir edificios con diseños “vanguardistas”, que niegan las características particulares e históricas del “Valle del amanecer”; como el Edificio Pilahuin, la Biblioteca Municipal “Gustavo Alfredo Jácome”, incluso el mismo Mercado 24 de Mayo. Ese afán tal vez podría ser entendible, si Otavalo fuese una ciudad californiana, cercana por ejemplo a Silicon Valley. Con este ejemplo de las personas que deberían marca un buen ejemplo, ¿cómo esperamos que el ciudadano común, en su imaginario, construya la casa de sus sueños? Son pues claros ejemplos para constatar la poco visión de autoridades y algunos empresarios otavaleños, circundados por la poca cultura.

En un momento determinado Otavalo y Cusco (Perú), bien pudieron ser ciudades de similares características. Pero a diferencia de Otavalo, la ciudad imperial de sur, tuvo autoridades inteligentes de gran visión y apego a las tradiciones locales y autóctonas. Ellos lograron afianzar la imagen de una ciudad turística con características precolombinas y coloniales, con una buena oferta cultural. El resultado ya es conocido en todo el mundo y no merece ser repetido, ni siquiera para aquellos que no logran mirar más allá de sus propias narices. Pero en medio de este desierto de cemento y hierro, aparece en Otavalo, un brillante oasis; me refiero a la casa Oraibi, de la calle Sucre y Colón. Construcción tradicional, hermosa y confortable, digna de ser imitada; porque se afianza mejor a nuestra cosmovisión y entorno histórico-cultural. Es un concepto que mejor responde a las expectativas de turistas de distintas latitudes, especialmente de Estados Unidos y Europa. En vez de seguir quejándonos por la falta de turistas, meditemos un poco sobre qué han hecho nuestras autoridades, y qué hemos hecho nosotros, para mejorar esta situación.

viernes, 9 de marzo de 2018

Inconsciencia

No debe ser un invento de la “prensa corrupta” o un entramado del “imperialismo” norteamericano, lo que nos presentan diariamente los noticiarios del país y del mundo. Ríos de gente venezolana se desbordan por las fronteras del país de Maduro. Solamente en el 2017, aproximadamente 312 000 venezolanos ingresaron a Ecuador, por el puente internacional de Rumichaca, por la provincia norteña del Carchi. Todos señalan que la razón de su partida es la crisis económica y la violencia que afecta al país del Libertador Simón Bolívar. La mayoría se dirige a Perú, teniendo como destino alternativo también a Chile. El trayecto desde su país es realmente dramático, muchos señalan que su capital para el viaje consiste en unos doscientos dólares, no pueden darse el lujo de comer en algún restaurante durante su viaje y su dieta consiste en galletas y jugos. La mayoría son jóvenes, muchos han dejado, esposas embarazadas, niños y familiares. A pesar de esta terrible situación no pierden la esperanza de encontrar mejores días, poder trabajar en los países de destino y poder enviar algunos dólares a Venezuela, para que sus familiares puedan subsistir.

Ecuador, nuestro país, ya vivió una situación parecida a principios de este milenio, por el llamado “feriado bancario”. Muchos hermanos ecuatorianos, hombres y mujeres tuvieron que salir hacia España principalmente. Ese hecho significó un duro golpe a la estructura social y familiar de muchísimos ecuatorianos, sin dudarlo podríamos señalar que tal hecho, significó un serio daño al tejido social ecuatoriano. Pero lo más sorprendente es ver, cómo personajes como el propio Nicolás Maduro, no se inmuten frente a esta terrible situación y sigan vociferando a sus anchas sobre la desgracia humana. También sorprende ver cómo muchísimos nos quedamos impávidos, solo viendo esta desdicha y sin decir nada. Pero lo más detestable es ver cómo algunos, incluidos uno o dos gobiernos, puedan seguir apoyando y defendiendo a un gobierno tan despreciable como lo es el venezolano. Cada cual con su conciencia, como ya he dicho.

sábado, 3 de marzo de 2018

Contra la corrupción

El audio revelado por el Fiscal General del Estado, Carlos Baca Mancheno, ha causado revuelo político en el país. La decepción por la clase política del país, nuevamente está en primera línea y se escuchan voces que piden la salida de todas las autoridades, con esa ya clásica frase en el Ecuador, “que se vayan todos”. Pero más allá de la decepción que nos han causado los políticos del Ecuador, hay que saber y analizar que, lo que sucede en las esferas políticas no es más que un reflejo de la sociedad ecuatoriana; no es que solo los políticos son diestros en los juegos de la corrupción, sino que este mal está impregnado en todos los niveles. De ahí la necesidad, la exigencia, en que la sociedad ecuatoriana en su conjunto debe experimentar una transformación ética. Muchos dirán, cómo se puede hacer esta transformación. No es un asunto sencillo, pero la lógica social nos señala claramente al asunto educativo, sea este formal o familiar. Cada uno y cada una de los ecuatorianos debemos asumir la responsabilidad de ser correctos, honrados, honestos y respetuosos; inculcar esos valores a nuestros hijos; repudiar, renunciar y denunciar actos de corrupción y conductas anti éticas. Por otro lado, el sistema educativo debe enfatizar la cátedra de la ética en todos los niveles.

Lo señalado, necesariamente tiene que complementarse con una lucha frontal y sin reparos contra la corrupción y la impunidad. Para todo esto necesariamente regresamos a los órganos de control y a las instituciones del Estado, donde el ejemplo ético debe brillar por todo lo alto, como un claro ejemplo para el país. Estamos convencidos de que en el Ecuador sí existen personas probas de altísima honorabilidad y trayectoria, que pueden ocupar estos cargos. Por ahora Ecuador está en ese proceso y ya cuenta con el nuevo Consejo de Participación Ciudadana de transición, será este consejo el encargado de revisar y nombrar a las nuevas autoridades de control. Éxitos a todos y todas las personas que se ponen a la vanguardia, para enfrentar la corrupción.

viernes, 23 de febrero de 2018

Vida pasajera

Casi nunca reflexionamos sobre nuestro breve paso por este mundo. Muchas veces nos sumergimos completos en nuestras actividades económicas, en nuestro trabajo. Planificamos a largo plazo y nos enfocamos en cumplir esas metas, muchas veces sin importar a qué costo. Muy seguido nos convencemos erróneamente de que el éxito personal y familiar, se centra en el éxito económico y material. Cuan equivocados estamos al darnos cuenta, de que nuestra existencia es frágil y relativamente corta, como para desperdiciarla en suntuosidades. Existe otra manera de ver el mundo, aunque la sociedad actual tenga algunos antivalores prestablecidos, que se han hecho una especie de norma común, y que en algún momento es necesario romper; esa manera de concebir la vida, se centra en la felicidad minimalista, en disfrutar cada momento de la vida como si fuese el último, sin complicación alguna.
   
El fin último de nuestras vidas, como se ha repetido, es “ser felices y hacer felices a los demás”. Es necesario dar un nuevo enfoque a nuestra existencia, mientras tengamos la oportunidad de hacerlo. Expresar un “te quiero”, un “te amo” a nuestros seres queridos; brindar un abrazo, un saludo fraterno a nuestros amigos y familiares, saber perdonar las equivocaciones y también saber pedir perdón por nuestras malas acciones. Compartir juegos con nuestros pequeños y ser testigos privilegiados de su crecimiento personal. Conquistar una buena amistad con nuestros adolescentes. Saber divertirse, pero también saber equilibrar nuestras vidas con hábitos saludables como el deporte. Lograr que nuestros niños se sientan amados y seguros, al igual que nuestros mayores. Madrugar hacia un lugar predilecto para poder contemplar toda la magnificencia de un nuevo amanecer, escuchar la dulce y fascinante melodía de la naturaleza pura. Mirar el cielo nocturno y poder contemplar la grandiosidad del cosmos; son pequeñas y sencillas cosas que nos harán descubrir, lo bella que es la vida.

viernes, 16 de febrero de 2018

Nuestro deficiente sistema educativo

No podemos dar más vueltas, el sistema educativo ecuatoriano es muy deficiente. El régimen anterior trató seguramente con buenas intenciones, de revertir esta situación, mediante una serie de cambios a nivel administrativo y una importante inversión en infraestructura; con el afán de modernizar la educación. Desde el gobierno se pensó que, construyendo edificios modernos con buen equipamiento, organizando zonas, distritos y circuitos educativos, con gente afín a su movimiento político; se podría cambiar la educación ecuatoriana. Todos estos cambios fueron o son severamente cuestionados por diferentes expertos en temas educativos, que bien parecen tener toda la razón. Mejorar el sistema educativo de un país, no es una tarea fácil, involucra años de estudio y planificación, y los resultados serían medibles a largo plazo. Lamentablemente los ecuatorianos hemos desperdiciado la gran oportunidad de iniciar una verdadera reforma educativa, que nos lleve hacia esa luz del conocimiento y el entendimiento, que tienen países muy avanzado en este tema, como Finlandia, Noruega, Suecia, Corea del Sur, Japón o Singapur.

En nuestro país no terminamos en develar los espeluznantes casos de abusos sexuales a niños, niñas y adolescentes, que se han cometido en establecimientos educativos públicos y privados del país; que no sabemos a ciencia cierta, por qué fueron ignorados por las autoridades educativas del régimen anterior. En un país donde ni siquiera podemos garantizar la seguridad de nuestros niños y niñas, peor podríamos iniciar una reforma educativa acorde a las nuevas tendencias de la pedagogía contemporánea. Hace poco pude conversar con un niño colombiano refugiado de 8 años, y quedé sorprendido de su carácter y madurez para tan corta edad. Eso es lo que queremos que nuestro sistema educativo produzca: niños y niñas inteligentes, seguros, alegres y solidarios. Porque son ellos quienes tendrán la gran tarea de cambiar nuestras naciones, tan venidas a menos.



viernes, 9 de febrero de 2018

Pawkar Raymi














Bajo el influjo del impredecible clima de febrero, varias comunidades kichwas de Otavalo, destapan sus mejores galas, para celebrar el Pawkar Raymi, la fiesta del florecimiento. Más que una celebración de raíces ancestrales, es una época de recreación, donde el deporte, la música, la cultura, tienen una especial atención. Tiempo en que los ayllus se reencuentran para compartir sus alegrías. Desde que en la comunidad Agato se dio inicio, hace más de medio siglo, tal como se concibe la fiesta actualmente; muchas han sido las comunidades kichwas que lo han replicado, siendo la más importante, la de Peguche; donde prácticamente se ha institucionalizado un repertorio festivo completo. Muchos artistas y grupos de renombre internacional, han desfilado por sus escenarios, y es el evento más concurrido.

Por cuestiones logísticas el Pawkar Raymi es festejado en el feriado de Carnaval, ya que la fecha exacta estaría alrededor del equinoccio, el 21 marzo. La fiesta en un principio giraba entorno a un campeonato de fútbol, pero más tarde intelectuales kichwas dieron un importante aporte, en el sentido de retomar prácticas ancestrales como el “tumarina” y dar un trasfondo eminentemente cultural andino, con el objetivo de fortalecer nuestras prácticas culturales y revitalizar la identidad kichwa Otavalo. Actualmente existen serios cuestionamientos, en el sentido de que el Pawkar Raymi se ha convertido, en un evento meramente comercial y folclórico. Sea cual fuere la situación, enfatizamos que también es una oportunidad para que se abran espacios de diálogo y debate, dentro de las comunidades; para definir la ruta que debemos trazar en cuanto a logros culturales y objetivos comunes, que beneficien a nuestras comunidades kichwas, como entidades étnicas.

En fin, después de una agobiante etapa política, caracterizada por prácticas deprimentes, esperemos que el Pawkar Raymi y el feriado de Carnaval, sea un aliciente para retomar la fraternidad y la alegría entre todos. Felicidades a todos y todas.

viernes, 2 de febrero de 2018

Relajo político

Sea como sea, nunca se debería tolerar la violencia ni la delincuencia. Efectivamente, el expresidente Rafael Correa es un político que despierta pasiones, pasiones que en estos últimos años han sido cultivados intencional o ingenuamente desde las esferas más altas del poder, mediante diferentes mecanismos, la más conocida: la propaganda oficial. Pero el sentido y la inteligencia del común, sabe y dice que al “sembrar vientos, se cosechará tempestades” o el que dice que “Quien a hierro mata, a hierro muere”, dando a entender que nuestras acciones tendrán repercusiones que nos afectarán a nosotros mismos. Los últimos sucesos ocurridos contra el expresidente Correa en Quinindé, en el que tuvo que salir de una emisora radial, en medio de incidentes y apresurado, bajo resguardo policial, es realmente preocupante y condenable. Sin la mínima intención de justificar estos hechos, vale recordar que fueron el mismo Correa y los correístas, quienes han incitado a la violencia verbal desde hace tiempo. Fueron ellos los que destrozaron y rayaron las instalaciones de Alianza País en Quito, son ellos quienes tiempo atrás llamaban a respetar la propiedad privada y pública, quienes ahora rayan paredes con pinturas, incluso sin respetar los monumentos públicos.

Es lamentable ver a un expresidente tratado de esta forma. Mejor dicho, en un mundo civilizado, nadie debería ser tratado de esta forma. Alguien que vive en Estados Unidos manifestaba que, cómo era posible que un expresidente ande haciendo campaña en contra de un presidente, sería como ver a Barack Obama haciendo relajo por todo el país, en contra de Donald Trump. Estas cosas creo que solo pasan en países tercermundistas como el nuestro, donde no terminamos de cimentar férreamente la institucionalidad democrática del Estado ecuatoriano. Es momento de virar esta vergonzosa página de nuestra historia, donde el bribón del barrio hacía de las suyas, y seguir adelante.

viernes, 26 de enero de 2018

Los pasos de Lenín Moreno

Antes de las elecciones presidenciales, el temor más grande de una parte importantes de ciudadanos ecuatorianos, era la continuidad del régimen de la Revolución Ciudadana. El temor se fundamentaba en el despropósito gubernamental de los últimos diez años de Rafael Correa, caracterizado por un cúmulo de hechos nefastos que, por hoy muchos de estos, ya son de dominio general y no valdría repetirlo por enésima vez. Lenín Moreno del oficialismo ganó la presidencia, con un estrecho margen, en unas elecciones “sospechosas” y muy cuestionadas por la oposición. Todo parecía que el carácter blando del nuevo mandatario encajaría plenamente con los planes “oscuros” de Rafael Correa y su círculo íntimo. Muchos involucrados con la opinión pública, oportunamente instamos al nuevo gobierno en la persona de Moreno, a que asuma su papel y responsabilidad histórica frente al país, para sanear no solo la economía calamitosa, sino también recuperar la institucionalidad democrática y la lucha contra la corrupción y la impunidad, que habían campeado alevosamente durante los últimos años.

Por hoy, aunque podría haber algo de desconfianza, el presidente Moreno ha sorprendido a todos, incluso a sus propios excompañeros de partido; con su llamado a un gran “diálogo nacional” y la “cirugía mayor a la corrupción”. Ya descartada la presencia omnímoda de Correa en todos los poderes del Estado, y el llamado del nuevo mandatario a que las instituciones de control, actúen libremente y con responsabilidad, una avalancha de casos anormales en la administración pública, empiezan a develarse por doquier, incluso el vicepresidente de Rafael Correa está con sentencia judicial, por asociación ilícita y a la espera de otros cargos aún más graves. Si el presidente Lenín Moreno mantiene el sendero trazado en su lucha contra la corrupción, si efectivamente logra descorreizar el gobierno, con nuevos cuadros del mismo Alianza País, en especial el frente económico y la cancillería; incluso sin tener el éxito económico deseado, pasaría a la historia como un buen estadista, muchísimo mejor que su antecesor. 

viernes, 19 de enero de 2018

Peguche y su música

Peguche es una comunidad kichwa muy pintoresca de privilegiada ubicación; está a unos dos kilómetros de Otavalo, a un costado tiene un destino turístico muy conocido como es la Cascada de Peguche, lugar que encierra una naturaleza poética, donde se realizan rituales importantes como en la noche del Armay Tuta en el Inti Raymi. Sus habitantes se destacan por su actividad artesanal y principalmente en arte de la música tradicional. Desde la época de los ochenta del siglo pasado básicamente, se han forjado grupos musicales de renombre internacional como “Ñanta Mañachi” y el grupo “Peguche” que prácticamente han desarrollado una escuela musical en esta parte de los Andes ecuatorianos. Otros grupos de música de alto nivel como Winiaypa, han sonado posteriormente y han marcado tendencia en cuanto a estilo y fusión.

En los últimos años se ha notado en toda la región de Otavalo, el surgimiento de otras propuestas musicales que fusionan el clásico “sanjuanito kichwa” con ritmos modernos como el rap, el hip hop e incluso la electrónica, que son novedosas y puede tener una buena aceptación, especialmente entre la juventud. Sin embargo, la música auténticamente tradicional de comunidades kichwas como Peguche, tiene ese saborcito que nos llega a lo más profundo de nuestro ser, y nos enorgullece de lo que somos: runas andinos. Ese ha sido la razón de que por ejemplo yo, siempre vaya a Peguche a bailar el Inti Raymi al son de las “cuerdas” genialmente interpretadas, por amigos como Roberto Lema, Enrique Díaz, Rubén Terán, Humberto Remache, y otros tantos que contribuyen a que lo auténtico siga vigente y suene con sentimiento propio. Esta música, motivo de este artículo, actualmente suena con fuerza, al intérprete del grupo “Mana Maymanta” y parece que gracias a las nuevas tecnologías va a marcar tendencia musical. ¡Qué bueno por eso! ¡Felicitaciones muchachos, que nuestra música brille con luz propia!