Desde que el ser humano tuvo uso de razón, siempre al mirar
el cielo nocturno, se inquietó de lo que representaba. El brillo de las
estrellas poco a poco fue explicado con símbolos terrestres y nacieron las
constelaciones. Casi ninguna civilización se abstuvo de observar y estudiar el
infinito, antes de establecer que tenía incidencia en el tiempo de nuestro
mundo. Antes de que la ciencia se institucionalice como tal, era la religión la
encargada de dar explicaciones. Así por ejemplo son dos científicos del
renacimiento, Copérnico y Galileo Galilei, quienes cimentan la teoría
heliocéntrica del universo, contradiciendo la teoría geocéntrica fundamentada
en la filosofía griega y el cristianismo, la cual sostenía que el planeta
tierra era el centro de aquel limitado universo conocido en la época. Desde
aquellos siglos la astronomía no ha dejado de avanzar, por hoy el ser humano
cuenta con telescopios nunca imaginados, con el que se puede escudriñar los
confines del universo.
Sin embargo, son pocas las personas que tienen conocimiento
y conciencia del lugar que ocupamos en el universo. Para tener una idea más o
menos clara, el sistema solar más cercano al nuestro es el Alpha Centauri, donde
se encuentra la estrella Próxima Centauri, una enana roja ubicada a unos 4,22
años luz de la tierra, esto es unos 39 921 200 millones de kilómetros. Según
cálculos que circulan en la Red, en la nave espacial más veloz que se ha
construido hasta la actualidad, esto es 40 000 kilómetros por hora, el ser
humano tardaría como unos 114 mil años en llegar a Alpha Centauri. Esto es solo
para llegar donde el vecino; ya se imaginarán la distancia a otras estrellas o
atravesar nuestra galaxia la Vía Láctea, o peor aún, realizar viajes
intergalácticos. Por ahora el reto es llegar a Marte, nuestro planeta vecino
del Sistema Solar, que está a una distancia promedio de 225 millones de km.
Según Space.com, la misión no tripulada del 2011 llamada Mars Sciencie
Laboratory, tardó 254 días en llegar al planeta rojo.
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