domingo, 7 de mayo de 2017

El regreso del ‘loco’

La mayoría de jóvenes ecuatorianos menores de 30 años, poco o nada recordarán del pintoresco personaje de la política ecuatoriana de fines del siglo pasado, llamado Abdalá Bucarán Ortiz, de ascendencia libanesa; quien fue presidente del Ecuador por un breve periodo comprendido, entre agosto de 1996 y febrero del siguiente año, cuando el Congreso Nacional, actualmente Asamblea Nacional, lo destituyó argumentando “incapacidad mental para gobernar”. El ascenso de “El loco que ama” al poder en el Ecuador, fue el resultado de la máxima expresión del populismo desde los tiempos de Velasco Ibarra; al que el electorado ecuatoriano siempre ha tenido una clara debilidad. El corto gobierno de Bucaram fue calamitoso y escandaloso de proporciones internacionales, donde relucían varios casos de corrupción. Fue él precisamente quien inauguró el show en la tarima política, con presentaciones, cánticos y bailes un tanto extravagantes para la primera autoridad del país. Parece que esto de los payasitos, el berrinche, la demagogia pura y cruda en escenario, le sigue todavía gustando un poco a las masas.

Bucaram regresará después de haber permanecido 20 años en Panamá, en calidad de exiliado, una vez que la Corte Nacional de Justicia declaró prescritos los juicios que pesaban en su contra, por los casos de Gastos Reservados y Mochila Escolar. El regreso como lo hizo una vez, será espectacular, en helicóptero ante una gran concentración prevista para el 17 de junio, en el suburbio de Guayaquil, con un claro mensaje de que regresa con aspiraciones políticas, tal como ya lo confirmó su hijo “Dalo” Bucaram, en una entrevista televisiva. Aunque no dudo de la cobertura y la afluencia de personas a dicho evento político, a sabiendas de que los ecuatorianos tienen una preferencia especial por los caudillos populistas, dudo que Bucaram padre, pueda nuevamente pisar fuerte entre el electorado ecuatoriano que es joven en su esencia. Es de sapiencia popular que las cosas buenas de antaño, por más que se quiera, no se pueden volver a repetirlas en los mismos términos.

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