Se esperaba que con la creación de la Agencia Nacional de
Tránsito, de competencia civil, se iba a sepultar de una vez por todas, el
viacrucis de la tramitología de la matriculación vehicular. Ahora que la
competencia se ha trasladado a los municipios, creo que seguimos de mal en peor.
Increíble en un mundo que cada vez está más automatizado con las nuevas
tecnologías, un mundo que incluso quiere ya dejar el papel físico por
cuestiones ambientales.
Para actualizar el ansiado permiso de circulación anual, de
vehículo particular, este es trámite que seguí desde Otavalo: Entré al sitio de
internet para coger el turno, me salió un mensaje de “página en mantenimiento”
o algo así; me trasladé a la Agencia Municipal de Tránsito a ver si ahí me
podían ayudar con el turno, recibí la respuesta de que la página estaba en
mantenimiento y que debía coger el turno para Ibarra, y así lo hice. Después
“cola” para pagar en el banco, después trasladarse al municipio para pagar el
valor al Gobierno Provincial; después trasladarse a la Municipalidad de Ibarra
para sacar el certificado Sismert, otra espera y otra “cola”. Sacar copias de
cédula, matrícula, etc. Por fin la revisión vehicular, chévere. Con la revisión
coger un turno con el guardia para ser atendido, me tocó creo el 84, cuando
recién seguía el número cuarenta y tanto. Unas dos horas de espera, mejor que
fui a regresar almorzando. Casi me quedo afuera, habían cerrado la puerta. Por
fin del patio ya nos hicieron pasar a algunos, nos pudimos sentar adentro. La
espera dentro de la Agencia fue amena, había una especie de “pasarela de
belleza”, entraban y salían con los papeles, me imagino que eran para el jefe o
jefa, quién tenía que firmar. Bien, por fin llegó mi turno; después seguir
esperando hasta que entreguen el documento. Medio día para el trámite, y eso
con todos los documentos listos. Esta gestión debería remitirse solamente a dos
actos: Pago y revisión.
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