Varios términos kichwas como, mashi, yachak, amauta o el célebre “sumak kawsay”, han sido de alguna forma denigrados por su mala utilización en la política. Por ejemplo el término “mashi” es utilizado despectivamente por cierto sector de la prensa, para referirse al Presidente de la República. Para reforzar el conocimiento sobre el significado de estas palabras de nuestra lengua madre, repasemos nuevamente. Mashi, es un término recuperado del kichwa, significa amigo, compañero, se comenzó a utilizar o reutilizar en los años 80 del siglo pasado, cuando se propició la recuperación de la pureza de nuestro idioma, que por entonces y hasta ahora, se lo hablaba terriblemente mezclado con el castellano, a lo que los lingüistas lo denominaron “quichuañol”.
Yachak es un término o un título para referirse a las personas que tienen el conocimiento para efectuar las curaciones y los rituales místicos en el mundo andino. Ancianas o ancianos muy respetados de las comunidades kichwas hasta hace unas décadas. Hoy cualquier persona que pueda montar un altar y que se ha aprendido un pequeño discurso sobre Pachamama, se las funge de yachak. A propósito debería existir una cofradía iniciática con los verdaderos maestros yachaks que puedan avalar el proceso de aprendizaje de los escogidos, así se descartaría la “folclorización” en la que se ha caído en este tema.
Amauta, literalmente significa sabio o sabia, personaje que a más de tener un alto conocimiento, tiene el don de la sabiduría. Estimo que ya casi no existen amautas, quizá menos que los dedos de las manos. Sumak kawsay, este término muy utilizado en los últimos años, incluso llevado a los altares de la política, simplemente significa “vida plena”. Toda la literatura santificada sobre el sumak kawsay, creo que corresponde a politólogos trasnochados en la búsqueda de nuevos paradigmas, que les permita renovar su discurso.
viernes, 28 de octubre de 2016
miércoles, 26 de octubre de 2016
viernes, 21 de octubre de 2016
La maldición del papeleo
Se esperaba que con la creación de la Agencia Nacional de
Tránsito, de competencia civil, se iba a sepultar de una vez por todas, el
viacrucis de la tramitología de la matriculación vehicular. Ahora que la
competencia se ha trasladado a los municipios, creo que seguimos de mal en peor.
Increíble en un mundo que cada vez está más automatizado con las nuevas
tecnologías, un mundo que incluso quiere ya dejar el papel físico por
cuestiones ambientales.
Para actualizar el ansiado permiso de circulación anual, de
vehículo particular, este es trámite que seguí desde Otavalo: Entré al sitio de
internet para coger el turno, me salió un mensaje de “página en mantenimiento”
o algo así; me trasladé a la Agencia Municipal de Tránsito a ver si ahí me
podían ayudar con el turno, recibí la respuesta de que la página estaba en
mantenimiento y que debía coger el turno para Ibarra, y así lo hice. Después
“cola” para pagar en el banco, después trasladarse al municipio para pagar el
valor al Gobierno Provincial; después trasladarse a la Municipalidad de Ibarra
para sacar el certificado Sismert, otra espera y otra “cola”. Sacar copias de
cédula, matrícula, etc. Por fin la revisión vehicular, chévere. Con la revisión
coger un turno con el guardia para ser atendido, me tocó creo el 84, cuando
recién seguía el número cuarenta y tanto. Unas dos horas de espera, mejor que
fui a regresar almorzando. Casi me quedo afuera, habían cerrado la puerta. Por
fin del patio ya nos hicieron pasar a algunos, nos pudimos sentar adentro. La
espera dentro de la Agencia fue amena, había una especie de “pasarela de
belleza”, entraban y salían con los papeles, me imagino que eran para el jefe o
jefa, quién tenía que firmar. Bien, por fin llegó mi turno; después seguir
esperando hasta que entreguen el documento. Medio día para el trámite, y eso
con todos los documentos listos. Esta gestión debería remitirse solamente a dos
actos: Pago y revisión.
viernes, 14 de octubre de 2016
Feliz aniversario
Gracias a las nuevas tecnologías, ahora se puede escuchar en
cualquier parte del mundo y quizá fuera del planeta. Me refiero a Radio Ilumán,
recluida en el 96.7 del dial FM; que el día de mañana 15 de octubre, como lo ha
hecho varias veces por motivo de su aniversario, va a “botar la casa por la
ventana”, con un extenso programa artístico cultural, donde se prevé la
presentación de Alaska, grupo musical peruano del género cumbia sureña. Como
dice el dicho popular no todos los días se cumple los 16 años, más aun siendo
una radio emisora precursora de la cultura y el idioma Kichwa en el norte
ecuatoriano. Pero muchos no habrán escuchado de esta radio, porque su cobertura
abierta es limitada, no tanto por situaciones propias, sino por cuestiones de
trámites, concesiones y permisos oficiales, que por hoy las suple ese invento
tan maravilloso, como lo es la internet.
Recuerdo cuando fui parte de este medio de comunicación en
sus inicios, existían muchas limitaciones que fuimos superando con un trabajo
de minga, de buena voluntad y el amor que profesamos algunos por la
comunicación. Se ha avanzado mucho en el tema de la música popular, la música
andina y más que todo la reivindicación del Kichwa como un idioma que
trasciende lo doméstico, para convertirse en un idioma oficial de interrelación
social e incluso académico. Obviamente que hay que ir superando algunos retos,
como conseguir estándares de calidad altos, no solo en el aspecto
técnico-comunicativo, sino incluso en el aspecto empresarial; estamos seguros
que así lo harán. Muchos, entre jóvenes
y maduros, hombres y mujeres, hemos puesto nuestro aporte en este medio, pero
más que todo hay que reconocer el trabajo incansable de su mentor y director
por varios años, mi buen amigo el mashi Gonzalo Díaz. ¡Feliz aniversario Radio
Ilumán!
viernes, 7 de octubre de 2016
Proceso de paz
Los resultados del plebiscito refrendatorio de los acuerdos
de paz entre el Gobierno colombiano y las Farc, más que un golpe a la política
pacifista del presidente Santos, sorprendieron al mundo entero. La negativa del
pueblo colombiano se impuso muy apretadamente, a la voluntad de terminar de una
vez por todas con este conflicto bélico, que ya va por medio siglo de duración,
con las debidas consecuencias graves que genera una guerra interna en cualquier
país del mundo. Se podría relucir varios factores para semejante resultado:
uno, la campaña por el no, del expresidente Álvaro Uribe, que representa la
expresión viva de ciertos sectores de la extrema derecha colombiana, que
cuestionan los acuerdos logrados en la Habana Cuba, por según ellos, otorgar
demasiadas concesiones a la guerrilla. Dos, la poca participación ciudadana en
el proceso electoral. Recordemos que en Colombia el voto no es obligatorio y se
puede notar que solamente alrededor del 50% de los votantes calificados,
participan en este tipo de procesos, lo cual hace concluir que un amplio sector
de colombianos, de los sectores populares y periféricos que sufren o sufrieron
crudamente los embates del conflicto armado, no pudieron refrendar su decisión
en voto, sobre este tema.
No se puede interpretar arbitrariamente este resultado, como
la elección del pueblo colombiano por la guerra. La decisión es un llamado de
atención para que los involucrados revisen nuevamente este acuerdo y se
replantee las resoluciones. Es sumamente necesario que los líderes de las
partes, asuman con delicada responsabilidad, el alto al fuego bilateral y no
escatimen esfuerzo alguno, para definitivamente lograr la paz en el vecino país
hermano. El reto político y la responsabilidad histórica para el presidente Santos, es monumentalmente
enorme.
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