La revolución cubana de 1959, en su momento representó un
duro revés político para la hegemonía de Estados Unidos en América Latina. Después
de la Segunda Guerra Mundial, habían emergido dos superpotencias, que en los
años posteriores no vacilarían en pretender implantar sus respectivas
ideologías políticas y ostentar el dominio global; se había iniciado la llamada
Guerra Fría entre el bloque socialista soviético y el bloque occidental
capitalista liderado por Estados Unidos. En estas circunstancias parecía
increíble que un grupo de jóvenes barbudos revolucionarios, ponía en jaque el
poder imperial estadounidense, ante sus propias narices, a escasos kilómetros
del territorio norteamericano, hasta el punto de poner al mundo al borde de una
guerra nuclear. Ventajosamente el sentido común se impuso ante los líderes
mundiales, para contrarrestar una catástrofe de la que nadie hubiese salido
victorioso.
Frente a los ajetreos de la geopolítica, la revolución
cubana salió victoriosa, incluso después de una intervención militar sobre la
isla, patrocinada por la misma tenebrosa CIA. Este triunfo generó mucha alegría
y esperanza en los sectores populares y clases desposeídas de toda
Latinoamérica, e incentivó a que los revolucionarios de la región tomen el
modelo cubano de lucha, para captar el poder y ofrecer una alternativa de
Estado y modelo económico tendiente a eliminar la explotación y la
marginalidad. El modelo socialista cubano dio en su momento una gran lección de
dignidad a los pueblos del mundo, en el sentido de que se puede luchar por una
independencia total y la autodeterminación. Pero ese modelo idealizado en su
momento, se había petrificado en un radicalismo totalitario, para enfrentar amenazas
internas como externas a su revolución, luego terminaría desfigurándose dentro
de la dependencia e influencia soviética.
Para la degradación económica y política de Cuba, tuvo su
golpe certero, el embargo comercial, económico y financiero contra la isla, por
parte del gobierno de los Estados Unidos, quienes dolidos en su orgullo, no
tuvieron contemplación alguna en condenar y sancionar al pequeño país caribeño.
Un bloqueo monstruoso, como decían sus líderes, que ha durado más de medio
siglo de vigencia, y recién a estas alturas cuando ya sus dirigentes están en
la decrepitud, se avizora señales de su eliminación. Efectivamente en estos
días con la liberación de Alan Gross exfuncionario de la USAID y de tres
cubanos acusados de espionaje, el presidente Barack Obama hizo uno de los
anuncios más importantes de su gestión en términos políticos, que es la de
reanudar las relaciones diplomáticas con Cuba, dando así una vuelta de página a
una historia de medio siglo de acusaciones mutuas, que entrelazan temas de
espionaje, política internacional, democracia y respeto a los derechos humanos.
A pesar de que las opiniones al respecto como siempre
estarán divididas, considero que es la mejor noticia para cerrar el presente
año. Éste, es un paso importante para que las puertas de la isla se abran al
mundo y viceversa, para que los cubanos tengan más oportunidades y libertad en
cuanto al modelo de Estado que quieren dejar a sus hijos. Para que realmente puedan
evaluar y revaluar a sus dirigentes, los logros y los fracasos de aquella
revolución que demandó de grandes sacrificios a sus connacionales.