Hablando de política se ha tratado de relacionar a la
derecha con el mal y a la izquierda con el bien; nada más alejada de la
realidad, si tomamos en cuenta a través de la historia, a los principales
actores de la geopolítica mundial. Los hay claro está, los bien malos tanto en
regímenes comunistas, nacionalistas, o regímenes liberales o capitalistas. El
modelo de gobierno socialista o de izquierda, puede ser un modelo exitoso,
siempre y cuando sea democrático, respetuoso de sus instituciones y de las
libertades fundamentales del ser humano; si no es así, está predestinado al
fracaso.
Debemos entender que la libertad es algo inherente al
espíritu humano, que es la razón de su ser, y su privación sería una negación a
esa condición humana. La búsqueda de la
libertad y el libre pensamiento, ha permitido el desarrollo y la evolución de
la inteligencia humana, la cultura, la tecnología y las ciencias. El ser humano
siempre buscará más, es su destino natural. El capitalismo y el afán de
acumular riqueza, es un vicio de esa libertad que tiene que ser controlada por
su propio beneficio, más no reprimida o totalmente negada.
Hablando de Venezuela, es evidente que el modelo socialista
bolivariano, está predestinado al fracaso por su condición autoritaria,
irreverente, torpe e improvisada. Si no cómo podríamos entender, que un país
con las reservas de crudo más grandes del mundo, se sumerja en una de sus
peores crisis económicas, con una devaluación monetaria estrepitosa. Ni qué decir
de la inseguridad, en el 2013 se estima que hubo más de 24 mil victimas de
muerte violenta. La corrupción generalizada en sus diferentes estratos sociales
y políticos. Al igual que Chile después de la dictadura, la Venezuela de estos
días se encuentra fraccionada gravemente. Ha quedado claro que los visionarios
construyen desde las cenizas y los revolucionarios a veces, destruyen hasta las
cenizas. Son pues estos trajinares políticos, los que dejarán grandes lecciones
a la humanidad.
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