Las fiestas en esta época de carnaval, vienen como diría
alguien, “a millares surgir” en la provincia de Imbabura y de manera particular
en el cantón Otavalo. Qué el Pawkar Raymi, el Kallari Raymi, Pawkar Fest,
Carnaval de Agato, Mundialito de Fútbol, Carnaval Coangue, para enumerar
solamente a los más sonados. Unos destinados a reafirmar la baja autoestima
lugareña, otros destinados a inflar su ego, y unos cuantos dedicados a emular
el éxito de otros. Conciertos musicales maratónicos en las localidades de
Agato, Peguche y Otavalo. Cientos de partidos de fútbol calificándose a uno de
esos campeonatillos. Estos acontecimientos festivos, aparentemente ofrecen una
gran variedad de distracción al público, ávido de diversión en este largo
feriado; pero en realidad no es otra cosa que una avalancha desordenada de
eventos, donde no se maximizan los recursos económicos invertidos.
Los verdaderos valores festivos de esta época de
florecimiento, como el “tumarina” o “tumariy”, se han convertido en simples
escenificaciones folclóricas, que poco responden al verdadero sentir del ritual
runa de antaño. La celebración del Pawkar Raymi o la Fiesta del Florecimiento
se ha mercantilizado al tener como objetivo principal, la movilización de masas
con fines económicos o algún capricho desconocido. Seguramente esta es la dinámica
social de estos tiempos y no quedaría otra que irnos adaptando, pero creo que
si se puede ser más ordenado y prolijo en la organización de una fiesta, más
aun teniendo anfitriones tan cercanos del uno al otro, como en el caso de
Otavalo.
Esperemos que este feriado de alguna manera dinamice la ya
menos dada economía lugareña. Pero también recordemos que se ha anunciado
tiempos difíciles en términos económicos, lo que nos obligaría a ser cautos a
la hora de pagar nuestras diversiones, caso contrario la resaca del miércoles
de ceniza podría ser muy desagradable.
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