El tramo comprendido entre Zuleta y Caranqui, era la más
divertida, pues se contaba con un descenso moderado de impecable empedrado, que
nos facilitaba desarrollar grandes velocidades. De Caranqui, sitio histórico
precolombino, hasta la parroquia de San Antonio, era un complejo de caminos
vecinales muy fácil de cruzar; y el regreso a Otavalo por la línea férrea o por
el entonces empedrado camino antiguo, a pesar de ser un poco cansado era muy
relajante. Toda esta vuelta al tayta Imbabura, con sus paradas turísticas y de
abastecimiento, requería la inversión de un par de dólares y de seis horas
aproximadamente.
En la actualidad con el advenimiento del asfaltado para toda
esta ruta, la hace peligrosa para los ciclistas e inapropiada para el ciclismo
de montaña, esto obliga a descubrir nuevas rutas alternas que seguro lo habrán.
Cuanto añoramos hoy, dejar nuestra rutinas, desempolvar nuestra bicicletas,
para revivir aquellos tiempos de sano esparcimiento. El deporte combinado con
la belleza natural, es amiga muy cercana de la salud y la felicidad.